martes, 18 de mayo de 2010

LAS HORAS EXTRA EN EL TRABAJO AUMENTAN EL RIESGO DE ENFERMEDADES CARDIACAS


Tres o más horas extra en el trabajo aumentan en un 60% el riesgo de infartos, anginas de pecho y otras enfermedades cardiacas, según concluye un estudio cuyos resultados se han publicado en European Heart Journal de la Sociedad Europea de Cardiología.
Un equipo internacional de científicos de Finlandia, el Reino Unido y Francia realizó su investigación sobre 6.014 funcionarios británicos (4.262 hombres y 1.752 mujeres) sin patología cardiaca con edades comprendidas entre los 39 y los 61 años, de 20 departamentos de servicio civil en Londres, a lo largo de 11 años. Empezaron a analizar sus registros de salud en 1985 y los siguieron hasta el periodo 2002-2004, la fase más reciente del estudio clínico. Al inicio de la investigación, bautizada como Whitehall II, se midió una amplia variedad de factores de riesgo de los participantes, como el tabaquismo, el sobrepeso y altos niveles de colesterol, para que los resultados fueran independientes.
Los datos fueron recogidos a intervalos regulares y en la tercera fase, entre 1991-1994, se introdujo una pregunta sobre las horas de trabajo. Se registró una tendencia de trabajar horas extra en los hombres más que en las mujeres cuando ocupan puestos de responsabilidad más altos y son de una edad más joven que la media del grupo.
Durante el periodo de seguimiento, los científicos encontraron 369 casos de enfermedades coronarias fatales e infartos de miocardio o anginas de pecho no letales. Después de ajustar factores sociodemográficos como la edad, el sexo, la educación, el estado civil y el grado de trabajo, descubrieron que trabajar regularmente más de tres horas extraordinarias al día se asociaba con una tasa 60% mayor de enfermedad coronaria frente a los que cumplen su horario normal. Mientras tanto, trabajar una o dos horas más de la norma no demostró efectos adversos. Además, se comenta que las personas que suelen trabajar horas adicionales por el placer que les da lo que están haciendo, podrían tener un riesgo menor de problemas cardiovasculares.
Al relacionar de una manera muy definitiva las horas extra de trabajo y los trastornos cardíacos, el estudio, sin embargo, deja la causa de tal vínculo fuera de la investigación.
Marianna Virtanen, del Instituto Finlandés de Salud Ocupacional de Helsinki, que dirigió el estudio, dio varias pistas, pero comentó que la cuestión todavía requería una investigación separada y más detallada.
En general, las personas que tienden a trabajar más horas tienen un patrón de comportamiento A: tienden a ser agresivos, competitivos, tensos, conscientes del paso del tiempo y, en general, hostiles. Tienen menos tiempo para ejercitarse, descansar o relajarse lo suficiente. Y resulta que las largas horas de trabajo les provocan un estrés crónico, es decir, estados depresivos, de ansiedad o de falta de sueño. Se comenta que las personas con más libertad o menos rigidez en las decisiones laborales tienen menos riesgo de enfermedades coronarias a pesar de trabajar horas extra.
Además, podría tratarse de una 'asistencia enfermiza' por la que, a la inversa del absentismo, los empleados vienen a trabajar incluso enfermos, ignorando los síntomas, y durante mucho tiempo siguen sin consultar a un médico.
El estudio afirma que ahora se necesita indagar cuál es el impacto de las jornadas de trabajo prolongadas en otras enfermedades como la depresión y la diabetes tipo 2.
Mientras tanto, la Fundación Británica del Corazón recomienda unas formas muy simples de cuidarse en el trabajo, como salir a caminar durante el almuerzo, subir por las escaleras en lugar de usar el ascensor, o cambiar galletas por un pedazo de fruta.
El profesor Gordon McInnes, de la Universidad de Glasgow, Escocia, afirma que los resultados de Whitehall II "podrían tener implicaciones en el análisis del riesgo cardiovascular en la población de Occidente".
Sin embargo, al parecer, se puede hablar de una aplicación mucho más universal. Rusia, por ejemplo, en este sentido es un verdadero territorio de riesgo. Según una encuesta de la agencia internacional de recursos humanos HeadHunter, realizada sobre 4.000 rusos por todo el país, sólo un 15% jamás trabajó horas extra. Un 37% de vez en cuando se ve obligado a pasar en la oficina más de la norma, pero un 48% debe hacerlo regularmente, perdiendo muy a menudo también sus fines de semana, mientras que un 16% de ellos debe trabajar a distancia incluso cuando están de vacaciones.
Con todo esto, entre todos los encuestados un 38%, sin embargo, tiene que estar siempre conectado con sus colegas durante las vacaciones y fines de semana, y un 46%, ocasionalmente, cuando se trata de una emergencia. Sólo un 16% puede permitirse dejar su celular en casa. Un 23% de los participantes se ven obligados con frecuencia a suspender o cancelar sus vacaciones a causa de su trabajo y un 43% lo hacen de vez en cuando. Y, lo más lamentable, sólo un 52% de todos los encuestados tienen tiempo para relajarse y comunicarse con sus amigos y su familia durante los fines de semana.

EL INSOMNIO PUEDE PROVOCAR DIABETES


Las horas de insomnio, da igual su naturaleza (fátiga, depresión, estrés crónico, etc.), pueden provocar el desarrollo de diabetes tipo 2, incluso en las personas sanas.
Un estudio realizado por el Centro Médico de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, reveló que la resistencia a la insulina no es un valor constante, sino dependiente de la duración del sueño, aunque fuese durante una sola noche.
Los científicos descubrieron que una sola noche en vela, o en la que se durmió mal, es capaz de causar esta enfermedad, induciendo a la resistencia a la insulina, un factor asociado directamente con la aparición de la diabetes tipo 2.
En el marco del estudio, los médicos siguieron a nueve voluntarios sanos. Les midieron la sensibilidad a la insulina después de ocho horas de sueño y otra vez después de apenas cuatro horas. La cantidad de glucosa en sangre necesaria para compensar un incremento del nivel de insulina sin causar hipoglucemia mostró que la restricción parcial del sueño, incluso durante una sola noche, había reducido algunos tipos de sensibilidad a la insulina entre un 19% y un 25%.
La doctora Esther Donga, que dirigió la investigación, precisó que se necesitaban más estudios para investigar si mejorar la duración del sueño puede ayudar a estabilizar los niveles de glucosa en los pacientes con diabetes crónico.
Donga asegura que hoy en día la situación es bastante amenazadora ya que la duración y la calidad del sueño en las sociedades occidentales se ha reducido mucho durante las últimas décadas.
La diabetes mellitus tipo 2 o diabetes senil es una enfermedad inmunológica que se caracteriza por una resistencia celular a la insulina, es decir, por la incapacidad del cuerpo de emplear adecuadamente esta hormona para controlar la glucosa proveniente de la comida. El nivel de azúcar sube y daña los ojos, riñones, nervios, corazón y arterias principales. Se considera que entre las causas principales de la enfermedad están también una mala dieta y la falta de ejercicio. Se estima que actualmente unos 180 millones de personas sufren diabetes en todo el mundo.

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